Notas y concepciones fundamentales de Filosofía de la Realidad, por Jorge Sánchez Fuenzalida

Abiertos a la Realidad

Este es el inicio concreto de la búsqueda por la Filosofía primera y verdadera: ¿Por qué filosofía? ¿y por qué primera? La cuestión de la filosofía es fundamental, pues si yo pretendo actuar sobre la sociedad -y según la denuncia que he realizado sobre la decadencia moral de la sociedad y su hombre alienado-, necesito realizar una tarea intelectual de fundación radical de bases filosóficas: me refiero a una filosofía que contenga un arquetipo de Ser Humano y un cuerpo doctrinario lúcido, coherente y real que esté comunicado realmente con la filosofía de la Realidad, que es la Filosofía Primera. En efecto, es preciso, en esta tarea inicial, no construir ideología, sino revelar la identidad radical de todas las cosas, la Realidad. No podría por tanto recomendar que comencemos la lucha contra la decadencia al revés, es decir: primero manifestar una ideología y luego, ir a los fundamentos, a la filosofía. De ninguna manera; primero hay que establecer bases, luego doctrina, y en breve, la acción que llegará a ser tan efectiva -verdadera-, que liberará las mentes de la alienación ideológica y su yugo de engaño y mentira. Debemos emanciparnos de la opresión del deseo como fundamento de vida, de ser y de hacer.

La filosofía es la que nos permite construir un arquetipo de Ser Humano real y de realidad capaz de levantarse creativamente contra el orden del deseo: no cualquier filosofía puede realizar tamaña empresa. La filosofía que estoy manifestando no es una filosofía ni del ser, ni de la objetividad, menos de la ontología o una filosofía del fenómeno: mi filosofía, y la de todos ustedes debe ser la Filosofía de la Realidad. Porque justamente, la filosofía de la realidad es anterior y primera a todas las demás filosofías que a lo largo de la historia han tratado de resolver las preguntas más radicales de la existencia humana, pero ninguna de ellas ha llegado a la verdad puesto que se han centrado en resolver preguntas, pero nunca definir que es aquello que llamamos la Realidad. Por una parte, ese llegar a la verdad, se dificulta o se entorpece porque en vez de fundar una filosofía radical de la realidad, los hombres se esfuerzan por fundar una ideología de la filosofía: es decir, que los aspectos definitorios de una filosofía (como podría ser una filosofía del Ser, de la fenomenología, de la existencia etc.), luego forman parte esencial de una ideología. Lo que importa entonces son los recursos filosóficos para estructurar una realidad acomodada a cierto conjunto de saber y doctrina: no interesa y no se desea en verdad buscar la definición radical de algo que es anterior y superior a ese intento de fundar una realidad social y política determinada. En este sentido, la ideología siempre será un intento de realidad apegada a ciertos principios, saber y doctrina política específica: es decir, un sesgo que por voluntad, conocimiento o ignorancia se adquiere para realizar un cierto proyecto político. Y no es que sea condenable porque sí, el realizar con convicción un proyecto político: el problema radica en sus fundamentos, y hasta ahora, en el mundo, los proyectos políticos existentes se fundan en ideologías, nuevas o históricas, pero nunca en sostener su ser en la verdad de la realidad. Si así lo hiciera, el proyecto ideológico se desmontaría por sus incoherencias y falacias aberrantes; como por ejemplo eso que dicen que “el lenguaje crea realidad”.

Es más, podemos atender el ejemplo anterior y decir que justamente la experiencia y el lenguaje se dan en la realidad del Hombre, pero no son la realidad del Hombre: la Realidad, es la identidad de Ser del mundo y las cosas que el Ser Humano en todo momento las ve siendo. Pues entonces dicha experiencia está supeditada a una realidad que es inexpugnable y definitoria, y el lenguaje, no es sino la expresión sentiente de esa experiencia en la realidad. Prosigue que, si intentamos que “el lenguaje cree realidad”, dicha realidad si no se ajusta al conocimiento y entendimiento de la Realidad del mundo y de las cosas, no sería más que un intento desfazado y contra natural de esa realidad que por negación, no se quiere asumir: tal es el problema gravísimo de la ciencia y la filosofía moderna.

Y de este modo, sin querer extender demasiado el inicio de nuestra compleja misión, hemos de comenzar explicando una serie de conceptos de realidad que nos permitan luego entender la filosofía de la realidad y el Ser axiático del Hombre.

Propongo una dinámica básica que consiste en establecer preguntas breves sobre los conceptos en cuestión y luego explicarlos efectivamente, sin ser demasiado extenso ni demasiado insuficiente.

Sin más, comencemos.

Apuntes de Filosofía de la Realidad

Volvamos a la Realidad, a ser reales.

no pretendo fundar una filosofía liberadora -no quiero sonar idealista-: pretendo fundar una filosofía que, como una fragua, restaura todas las cosas corrompidas. Es una vuelta a lo que está perdido y oculto; la Realidad como radical fundamento

Partamos con sentencias verdaderas y simples: verdaderas porque apuntan a la raíz, y simples, porque están siempre presentes en esencia en nuestro ser y estar en las cosas, pero que, por alguna razón, quizás por nuestra forma de vivir en lo cotidiano y superficial, olvidamos.

¿Es importante ocuparse por una reflexión por la Realidad?

Semejante labor, aparentemente titánica, marca la diferencia entre una reflexión ilusoria -mentirosa-, de la cual ya estamos acostumbrados, y una reflexión que busca determinar las causas más misteriosas del mundo y las cosas; esa causa es la cuestión sobre la Realidad. Es imperiosa la causa de la Realidad, si se quiere pues restaurar aquello que perdió su rumbo, su sentido, su razón de Ser. Y aunque pensemos en no ser, y más aún, pensemos en que no somos y nos constituye la nada, incluso esa pretensión idealista constituye por sí misma una razón; una forma de decidir ser y hacer como cualquier otra. Ahora bien, la causa de la Realidad es la causa más importante porque es la Realidad, la única fuente de Identidad concreta, plástica, inconmensurable que siempre ocurre. Siempre está. Ocurre y está, independientemente de nuestra existencia.

Esa radicalidad, que nos posiciona en un mundo que no nos necesita para ocurrir -y que, sin embargo, somos nosotros los que impregnamos de Ser a esa Identidad-, nos determina muy pronto a saber que no podemos ser Dioses, ni ser seres supremos, ni desear la destrucción de las cosas porque psíquicamente nos hemos alienado por alguna causa de supuesta liberación, ¡No! Pensar en la filosofía de la Realidad no es únicamente definir la Identidad contundente y presente del mundo y las cosas, como si la existencia no importara o constituya un lastre que tarde o temprano desaparecerá: escudriñar, conocer, entender, sentir y definir la filosofía de la Realidad es conocer la verdad; que somos Obreros en un mundo complejo en donde nos hemos conocido, que estamos puestos pues Entre las cosas y que estamos presentes en una Realidad que nos constituye como seres humanos. Reconocer esa labor de Obrero, es entender también que somos un complemento en lo creado, y que podemos también crear, según nuestra inteligencia, creaciones complementadas y dispuestas en la Realidad. Eso es lo que hace al Hombre, un ser determinante en el mundo.

Es pues, preciso, saber que la filosofía de la Realidad define el sentido, el propósito, la esencia de Ser del Hombre, que está siempre presente transversalmente en esa Realidad inmensa, misteriosa, infinita.

Preguntas primeras de filosofía de la Realidad

Para iniciar las preguntas y respuestas de los conceptos fundamentales de filosofía de la realidad, posicionemos nuestro estar presente reflexivo en un dominio de lo filosófico muy primario, elemental.  Es necesario ir a la raíz más basal de todo lo que sabemos efectivamente, o pretendemos saber.

  1. ¿Cuál es el principal fundamento de una filosofía de la Realidad y una filosofía de la nada?

La filosofía de los tiempos actuales, heredera de un pesimismo cultural muy profundo en el seno del pensamiento filosófico occidental, ha desmantelado y desfundamentado la filosofía como tal, y la ha convertido en una sofística rudimentaria cuya principal función es la de subvertir la esencia creativa y real de la filosofía histórica en la cultura occidental cristiana. La filosofía de Guattari y Deleuze constituye un fiel ejemplo de esa sofística rudimentaria, que negando la realidad y ensalzando el deseo como pesudo fundamento de ser y hacer político, ha pretendido crear una filosofía práctica donde la realidad sería un perpetuo devenir.

Sin embargo, la filosofía de la Realidad justamente denuncia la incoherencia sicótica -irreal- de esa pretensión sofística. Pues la Filosofía trascedente, que es la filosofía de la Realidad busca volver al fundamento más radical y primario de la identidad del cosmos y de lo cósico: busca definir en esencia, el orden coherente, propositivo y real de todo por cuento existe. Por ejemplo, una filosofía de la realidad define al hombre en sus dimensiones biológicas y metafísicas, y nunca tomando en cuenta supuestas realidades creadas por la mentalidad humana. La filosofía de la deconstrucción, apropósito, le ha dado facultad de dominio a los procesos mentales y al lenguaje, como entidades supra humanas -de ahí que es tan relevante los fines de la inteligencia artificial, la “realidad aumentada”, etc.-, superiores a la existencia misma del Ser Humano en su dimensión biometafísica. Se entiende, por tanto, en esta rúbrica de subversión, que la mente y más precisamente el inconsciente sería una fuente de realidad superadora de todo límite impuesto por la ciencia y la filosofía Occidental. Se trata por supuesto de crear un nuevo arquetipo de ser, fundamentado en la nada.

La filosofía de la Realidad es una filosofía del Ser Humano, de la realidad más poética y creativa porque está situada en la raíz de todo lo que existe; porque solo lo que existe, es decir, aquello que tiene una forma y una manera de manifestarse y estar presente realmente en orden cósmico y cósico -aquello que es de suyo-, es poseedora de una Identidad y una formalidad concreta por la cual está dispuesta para ser impresión actual de Ser y estar en el mundo. Toda esa Identidad de lo cósmico y lo cósico es en conjunto con el Ser Humano, una realidad radical.  

Ciertamente, claro parece estar, una filosofía de la Nada, como diría osada e incomprensivamente Stirner, es una filosofía que no tiene fundamentos, sino el desasosiego de dejar de ser por otros, dejar de ser por lo divino, dejar de ser por todo aquello que fundamenta una acción ya conocida por lo valores históricos. Ese es justamente el hastío del idealista Stirner, que, con notable capacidad de denuncia, reclama:

Dios y la humanidad no han basado su causa sobre nada, sobre nada más que sobre ellos mismos. Yo basaré, pues, mi causa sobre mí; soy, como Dios, la negación de todo lo demás, soy para mí todo, soy el único

El señor Schmidt quiere liberarse de toda autoridad, de toda opresión: él quiere ser el único que derriba todos los fundamentos. ¿Será posible? En definitiva, él busca una forma poética y al mismo tiempo destructora de No Ser: y a pesar de las declaraciones egoístas de Stirner, en realidad, siempre somos. Incluso ese deseo de ser el único es una forma de ser en la realidad. Bajo este aspecto absorbente de la Realidad, la filosofía del único que se levanta contra el poder y el orden cultural dominante constituye por sus propias formas de revelarse ante los hombres -bajo la forma de un libro del cual los hombres se mueven y se motivan a actuar-, una Realidad radical.

Constatamos pues que, aunque nos parezca descabellado -para algunos no y para otros sí-, la doctrina expuesta por Stirner, que es real y de realidad, termina por encontrarse con aspectos concretos de la Realidad de las cosas y del Ser Humano. En primer lugar: se encuentra contradicho a la naturaleza relacional del Hombre al recomendar abolir todo poder natural, partiendo por el de los padres. Luego, el único se levanta contra toda organización humana que represente causas aglutinantes; se esfuerza por convencer a los hombres a vivir de utopías. La causa utópica es justamente real en tanto idea replicable que induce a seguir cierta conducta de vida, pero muy pronto esas conductas se contradicen con las necesidades, que, por naturaleza y realidad, impulsan al Hombre a ser y estar con otros, a organizarse de alguna forma concreta a nivel social, y de conseguir la realización personal, y al mismo tiempo, la realización de los otros. En algún momento, la utopía, que es real y vivencial en los hombres, se encuentra con la Realidad que esa causa utópica -egoísta, mía- pretende negar y se desvanece, no puede sostenerse por sus propias contradicciones y se convierte en una causa irreal. Su fin, como ilusión utópica, es la muerte.

Sin duda, y ante evidente sentencia, lo que Stirner reclama es una filosofía de la nada; filosofía que se centra en el legado idealista de su escuela hegeliana, y aunque siempre quiso desapegarse de ella, ciertamente que su obra replica, en su esencia, en su realidad, una filosofía que no se ocupa por la Realidad del hombre, de la realidad del mundo y las cosas que son con el Hombre, sino por lo que el hombre pueda idear-realizar negando esa Realidad radical que lo supera, lo antecede y lo precede. Es una filosofía que no quiere reconocer límites naturales ni modos de ser coherentes con el mundo y las cosas. ¡No se trata de pensar en limitantes que impidan mi deseo de ser para mí, un ser supremo! ¡no se trata de abolir el mundo real porque mi deseo así lo quiere! Se trata de comprender cabalmente, profundamente, la labor de complemento que el Hombre, nosotros, tenemos en la presencia radical de estar, siempre, e inexpugnablemente, queramos o no, arrojados en el Mundo, en las cosas, en la Realidad.

  • ¿Qué es Filosofía Primera?

La filosofía elemental, Primera, es una filosofía que se encarga de escudriñar los aspectos más básicos del estudio del Todo; del mundo, de las cosas y por supuesto del propio Ser Humano, definiendo su naturaleza y su compleja realidad. Con esto, es pertinente decir: que cuando se nos presenta al análisis una filosofía que antes de definir radicalmente la realidad y lo que está primero -por ejemplo, la filosofía idealista alemana, la filosofía inglesa y sus categorías económicas, la filosofía de oriente o las pequeñas filosofías del sur-, esa filosofía sería una filosofía de media categoría o secundaria. ¿Por qué? Si es primera o secundaria, eso lo establece las delimitaciones filosóficas de realidad; la delimitación real y de realidad de una filosofía primera la define la Identidad misma del mundo y de las cosas: en esa delimitación está el Ser Humano, presente en ese mundo y con las cosas. Por supuesto que es una tarea insondable, perpetua, compleja y casi insostenible -por condiciones naturales del Hombre- pretender cabalmente definir tamaña infinitud y majestuosidad que es esa Identidad del cosmos y de lo cósico. Pero es necesario entender en este punto que una filosofía Primera es aquella voluntad del Ser Humano que quiere radicalmente indagar en la profundidad de lo creado, conocer y entender su presente existir en es complejidad y dinamismo de la realidad y definir qué es esa Realidad insondable y qué es su propia realidad en esa Realidad que abarca Todo. Esa es pues, una tarea Primera.

Una filosofía secundaria -y que quede claro, no me refiero a secundaria en un sentido peyorativo o que dicha filosofía sea mala y falsa, pues simplemente me estoy refiriendo y definiendo si una filosofía apunta a la Realidad, o a la creación Humana, como tal-, es una filosofía que no tiene límites filosóficos pues está centrada en la “libertad” creacional del Hombre. Esas creaciones humanas, por un lado, pueden estar en armonía y coherencia con la Realidad, o puede ser negadora de esa realidad. Y en tanto, también, esa filosofía no se ocupa por la Realidad porque dicha realidad es un límite filosófico indeseado, lo que importa es la experiencia humana como tal, tomando como punto de partida lo humano y solamente por lo humano. En esta filosofía no importa y no está presente la discusión de la Realidad como filosofía trascedente.

Con todo, por supuesto que lo antes referido no es tarea ni menos el objetivo de una Filosofía Elemental: si bien se puede con toda voluntad anhelar esa definición -de lo real y de realidad-, lo cierto es que cuando digo que una filosofía primera define la identidad del Todo, estoy diciendo que, bajo nuestras posibilidades humanas, intelectivas, inteligentes, tomamos parte de ese Todo -todo que hasta ahora podamos conocer y entender- y lo definimos parcialmente porque justamente esa porción del Todo, nos es presente en la más pura y sensible aprensión.

Por tanto, la Filosofía Primera es la filosofía de la Realidad presente, que es cambiante y plástica, pero que al fin y al cabo es realidad: en efecto, móvil y todo, la realidad es de suyo, es primera, no constituye una cuestión relativa y carente de ser para la inteligencia Humana. No podemos agregarle un “de mí” a esa realidad que es primera y es de suyo, es por sus propias notas, por su cuenta.

  1. ¿Qué es Realidad en la Filosofía Primera?

Realidad es lo que “es por su cuenta”: lo que es “de suyo”; lo que tiene un fuero interno. Realidad constituye la Identidad de todo lo creado en una dimensión cósmica y todo lo presente a la naturaleza humana en una dimensión cósica. La Realidad, es el todo que Es.

Esa presentación de que Es, constituye un dinamismo, un movimiento constante, agudo y grave de actualización: y aquí nos detenemos en la Realidad respecto al Ser Humano; la Realidad es por tanto, actualización formal de lo que está presente, o susceptible de estar presente para la Aprehensión. Es Realidad presente, formalidad actual trascedente -que siempre es-, que siempre está y Es, independientemente de que el Hombre “se dé cuenta” o no, de aquello que está presente. Pero, sin embargo, el orden cósmico y cósico, siempre está presente: en efecto, el “darse cuenta”, por tanto, mediante la aprehensión, constituye la formalidad actualizada de lo que está captado y presente para la Inteligencia Humana.

  1. ¿Qué importancia tiene “lo físico” para la Filosofía de la Realidad?

Como hemos visto, la filosofía de la Realidad es una filosofía práctica y concreta: práctica porque entendemos que el mundo, las cosas y el Hombre están imbuidos en un permanente desarrollo; condición que exige al Hombre a estar situado sistemáticamente en ese ocurrir de manera atenta, presto a sentir y definir ese desarrollo. Eso sería un ejercicio de intelección permanente y nunca acabada. Y concreta, porque a propósito de ese desarrollo de las condiciones de Realidad, se nos presenta a nuestra inteligencia una impresión de realidad que depende del momento y atención de la aprehensión, de la Inteligencia Sentiente. En efecto, es el propio Ser Humano, es por su naturaleza, el único ser viviente capaz de captar la formalidad de la Realidad actualizada según la aprehensión radical de ese momento de la Realidad: eso mismo sería la cualidad de la que llamamos “filosofía concreta”; la aprehensión inteligente de la formalidad de la realidad sintetiza esa concreción de las muchas cosas que están presente complejamente ante el Hombre.

Ahora bien, muchos podrán preguntar si esta filosofía es “materialista” o “idealista” o “deconstruccionista”. La clave aquí, para develar esa respuesta es el término “físico”. Para los materialistas, por ejemplo, la materia constituye la unidad real y básica de toda existencia; es la filosofía de la materia por la materia. En cambio, para los idealistas, la unidad básica de una filosofía de la verdad sería la cuestión del Espíritu; esta regla fundamental, destaca que esta filosofía es una filosofía del espíritu, por el espíritu. Y para los deconstruccionistas, la filosofía de la nada y el infundamento marca el flujo de deseos que los hombres establecen como condición mínima de verdadera y libre existencia. Es una filosofía de la praxis subversiva, por y para la subversión.

Para nosotros, los que establecemos la filosofía de la Realidad, el término físico aparece para conectar la realidad del Todo. Es un término que enlaza lo real y la Realidad en un sentido muy estricto y particular pues en efecto, lo físico representa aquella filosofía que hemos dicho está en desarrollo y es concreta: es interesante que podamos leer en este momento una impecable definición de lo físico y su trascendencia filosófica en palabras de Xavier Zubiri:

Físico no designa un círculo de cosas, sino un modo de ser. Como modo de ser significa, pues, proceder de un principio intrínseco a la cosa de la que se nace o crece. En este sentido se opone a lo artificial, que tiene un modo de ser distinto; su principio, en efecto, no es intrínseco a la cosa, sino extrínseco a ella, puesto que se halla en la inteligencia del artífice

Se trata pues de reconocer “lo físico” como principio constitutivo. Es preciso liberar el sentido de “lo físico” de sus ataduras sesgadas del puro materialismo pues reconocerlo así -como principio- es reconocer el concepto de Físico en la filosofía de la Realidad como elemento trascendental, axial y constitutivo de la naturaleza del mundo, de las cosas y por supuesto la del Ser Humano: el cuerpo, en ese sentido, está impregnado también de espíritu.

  1. ¿Qué es Inteligencia en la realidad del Ser Humano?

Comúnmente se cree que la Inteligencia es una facultad intelectiva cualitativamente presente en la persona Humana: más bien se refiere a la facultad intelectiva de juzgar. Sin embargo, para nuestra Filosofía de la Realidad, Inteligencia tiene que ver con la Aprehensión más radical de la realidad; es decir, la aprehensión real del estar presente -consciencia de sí mismo- y de lo que está presente -consciencia real de la realidad-. Esta Aprehensión, cuan primaria indagación con el estar presente y con lo que está presente, constituye el acto intelectivo más básico y exclusivamente Humano que caracteriza esta particular forma y manera de inteligencia, como una Inteligencia Sentiente por la cual el Hombre aprecia y capta el mundo y las cosas siempre siendo -de siempre ser y siempre estar-. Por la Inteligencia, el hombre se enfrenta con el medio y consigo mismo como realidades y en su virtud se posee así mismo como realidad formalmente propia.

OBRA PUBLICADA POR JORGE SÁNCHEZ FUENZALIDA

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