LAS FUNDACIONES DOCTRINARIAS – Parte II – por Jorge Sánchez Fuenzalida

II

De las proporciones filosóficas-políticas

PROPOSICIONES de las sentencias filosóficas primarias

1.Consideramos al Ser humano como un Ser biológico-espiritual consciente de su vivir; el Ser humano se ciñe así con la potencia de ser responsable con las relaciones que genera -y con el mundo-orden que crea-, por tanto, se constituye como un Ser concreto y libreque actúa en la realidad según su propio umbral de decisión: el Hombre puede ejercer su decisión de actuar en la realidad del mundo y de sus relaciones conforme a su propia razón u emoción. Razón aquí es la reflexión metódica y sistemática, es un producto acabado de la inteligencia que se fundamenta por un juicio ético acerca de la realidad. En tanto la emoción, es aquí un juicio no procesado que aflora también como producto de la inteligencia humana pero que está determinado por un interés cualquieray no por justicia ética ni moral.

2.Consideramos al Ser humano como una potencia -creadora- que afirma determinadas realidades que se conjugan íntimamente con el mundo y las cosas. Así, el viviente que es el Hombre constituye su vivir coherentemente como Entre: el Ser humano es el que está dispuesto por naturaleza Entre las cosas, es transversalmente puesto y enfrentado a las cosas. Es con las cosas. La prevención en este aspecto es determinante: al ser el Hombre radicalmente Entre, su condición de viviente lo define como un Ser que se complementa con el mundo y las cosas; no está sobre ni de bajo de ellas.

3.Consideramos al Hombre como un Ser libre que crea y determina su habitar según el desarrollo histórico de sus propias relaciones con el entorno (asentado y productivo) y su prójimo (individuales y sociales). Esa libertad, que no es una libertad interesada, sino responsable, se da en términos concretos en un espacio físico-cultural que es su habitar: la libertad del Hombre la define esa misma relación integral del viviente-espacio-significado; no puede el hombre ser libre sin asumir y reconocer las condiciones radicales del mundo-hombre-cosas, pues al negarlas, según su propia prudencia que pretende superar y negar el mundo real, termina por corromper y quebrantar la unidad de cualquier orden creado por su propia mano: se desbarata por la imposibilidad de afianzarse naturalmente en la realidad.

En términos concretos, la libertad del Ser humano es aquella que se expresa con el ensalzamiento activo de la Voluntad de ser-responsable que el Ser humano tiene consigo mismo y con su prójimo, y, por cierto, también, con la responsabilidad consciente y activa que el Ser humano tiene con la producción (creación) en el mundo-cosas; una Poética trascendentemente realista.

Por otro lado, se conoce y se entiende que el habitar del hombre se da en el tiempo continuo según su propio enraizamiento con el espacio territorial: el Ser humano es un Ser que significa y siente su territorio; habitar es cultura, y cultura es habitar. De este modo, su habitar es el desarrollodel gran árbol del linaje humano en la producción del espacio: la conjunción de acción/creación (producir) y espacio, al mismo tiempo, es creación de cultura. La acción humana es el sentido de la tierra. Y el sentido se la tierra, es el sentido cultural del habitar.

4.Consideramos al Hombre como un Ser inteligente sentientey volutivo: al ser el hombre un Ser activo integrador de la realidad, sus haceres más acabados y constructores de orden-mundo están siempre fluyendo porque se es un Ser complejo cuya cualidad superior es la inteligencia sentiente: consideramos y definimos al Hombre como una unidad cuerpo-espíritu que siente por su propia naturaleza el fluir de la experiencia conforme está Entre el mundo y las cosas. La experiencia superficial o radical que se da naturalmente cuando el Hombre examina la relación múltiple y diversa entre su actividad y las cosas, se concretan como producto de inteligencia solo y únicamente porque el Hombre siente sus relaciones, y porque las siente les asigna significado y sentido: así la inteligencia es la experiencia sentiente que enriquece la creación continua del Hombre. La experiencia es aquí toda posibilidad de aprendizaje consciente que trasciende la finitud del vivir del Hombre, es decir, que se traspasa y se hereda de generación a generación.

 La comprensión que tiene el Hombre del mundo es radicalmente sentida, no meramente conceptual, sino vivida, encarnizada. Si la aprehensión de la experiencia real es sentida, es porque precisamente el viviente que es el Entre constituye su acción en el mundo-cosas por la facultad de volición: al sentir el Hombre todas las cosas, y al vivir la experiencia de esa indagatoria que es la acción humana más profunda y compleja en la realidad, el Ser humano se convierte en un Ser trascendente y de trascendencia porque tiene voluntad justamente de trascender por su acción el tiempo histórico: un intento humano de eternidad, aunque al mismo tiempo el Hombre es consciente de que no es eterno, ni absoluto; es desarrollo, es potencia, es existencia poética y creativa. La voluntad es aquí producto del sentir del hombre conforme fluye su actividad experiencial con el mundo y las cosas; voluntad de querer Ser y hacer, de querer crear y finalmente actuar en la realidad para modelarla, significarla y asignarle sentido. La voluntad es pues, la concreción del sentir humano cuyo movimiento indefinido es la creación física-espiritual de su propio orden. La voluntad, por naturaleza le pertenece al Hombre: como ser creado, inteligente, libre y abierto, la voluntad se constituye como una facultad de la inteligencia sentiente que se realiza como actividad consciente, como obrar inteligente en virtud de objetivos y haceres que pueden ser residuales -intrascendentes- o históricos -trascendentes-. La voluntad, cuando nace a raíz de un propósito histórico, épico, grande, se realiza como un obrar volutivo que marca generaciones y define culturalmente a los seres humanos.

5.Consideramos y definimos al Entre como un Ser despierto, activo, integrador que Aprehende la realidad del espacio para significarla y hacerla para sí. El Entre es un ser que radicalmente siente y se significa con todo el espacio que está presente ante él. Habitar el espacio es para el Hombre, cultura. El Entre es un ser territorial pues siempre está obligado a ser y estar en el espacio territorial. Así, culturalmente el Ser Humano funda su Estado de ser dinámico fundamentalmente y gracias a su inteligencia y experiencia, en virtud de una identidad política que adquiere y que funda -en su Ser y hacer- un Estado de cultura. Es decir, un proceso cultural que se caracteriza por definir Estadios: identidad cultural histórica que se mueve indefinidamente en el desarrollo de la experiencia y las obras del Hombre.

El Estado cultural es la conjunción real y formal de la creencia sintetizada a la organización social compleja. Creencia aquí, no es una cuestión superficial: se trata del enraizamiento social de principios éticos y morales que nos caracteriza como seres humanos particulares, únicos, especiales.

En virtud de aquello, se puedes expresar tres aclaraciones conceptuales sobre el Estado de la Cultura:

  1. El Estado cultural es expresión formal de la dimensión política sistémica de un pueblo: es conciencia política individual y social, no ideológica, pues corresponde al fin superior de responsabilidad que tiene el ser humano consigo mismo y con su prójimo.
  2. El Estado cultural es conciencia política integral pues no se ordena según principios ideológicos de clase, sino culturales.
  3. El Estado cultural, al ser teoría metafísica, es anterior y superior al Estado administrativo constitucional. Sin embargo, es parte y expresión de la ley fundamental de un pueblo. En este respecto, no debe existir contradicción entre el Estado cultural y el Estado administrativo: siempre que la hay, se desmantela la coherencia social pues la contradicción siempre separa el concepto de cultura en Estado-economía-religión-sociedad política y sociedad civil, cuando efectivamente, todos ellos son y se fundamentan -adquieren sentido- en un mismo Ser; el Estado cultural y el concepto de lo político aquí se encuentran en plena conjunción y coherencia filosófica-práctica.

De la Geocultura

Para comprender de manera correcta el concepto de Geocultura, es preciso hacer la diferencia con el concepto de geopolítica:

La Geocultura es el modo de ser y estar en el medio cultural global. Refiere a la supervivencia del Estado Cultural en virtud de su lucha sistemática y permanente con el Orden Cultural Mundial Homogéneo o estandarizado: la supervivencia de la Cultura Fuerte se expresa también dentro del Estado administrativo constitucional, pues en esa estructura de Poder burgués -que no concibe la existencia de enemigos-, proliferan las organizaciones que con legalidad o no, operan con el objetivo de derribar la Cultura Fuerte de una sociedad.

La Geocultura, en definitiva, significa una filosofía del nacimiento: un sentir trascendente y una concepción del ser y del estar, conciencia del habitar, unidad del Ser del Hombre y del ser que nosotros, le damos a la tierra. La filosofía del nacimiento es aquel pensar que pregunta sobre el origen cultural y define, por lo tanto, de forma fundamental, un Ser Político que es y está por y para la tierra. La Geocultura, como filosofía del nacimiento pregunta qué es lo que somos: nos obliga a ocuparnos de nosotros, de los otros, del Estado cultural, del Ser que es y que siempre será. Esta filosofía del origen nos obliga también a sistematizar la actividad intelectual que pregunta por ese Ser y por ese Estar. Es también conciencia de que somos, venimos, y vamos a algún lugar en el desarrollo de la sociedad, de su filosofía, de ciencia y de su técnica.

La filosofía del origen, pero también del destino, es una filosofía que pregunta por los principios constitutivos del Ser ya arraigado a un estar geocultural, es decir, se pregunta por el Ser Nacional, se pregunta por un Ser originario. La cuestión del origen y del destino debe construir un arquetipo esencial de Ser Humano, pues de ese arquetipo filosófico se desarrolla complejamente el Ser nacional en su estar cultural dinámico. Aquí se define la principal tarea de la Elite intelectual: el producir la cultura, la proyección y lucha de ese Ser Político en el espacio arraigado e histórico de su nacimiento.

Por su parte, la Geopolítica se refiere en términos prácticos a la conflictividad que se origina en el seno de una discordia/discrepancia fundamental que pone en cuestión la supervivencia soberana de un Estado Nacional. Es un conflicto político entre Estados que puede desembocar en: Guerra Ideológica, Guerra comercial o Guerra Convencional.

Cuando nos referimos al sentido de la tierra (como enunciamos en la proposición 3), nos referimos al sentido cultural, significativo, simbólico, que el Ser Humano tiene con su habitud: el habitar es la situación presente que se encarna propositivamente en la relación transversal entre el Hombre y la tierra: a este hecho esencial e histórico, le llamamos acción geocultural. El Ser Humano es por naturaleza un ser geocultural. La Geocultura está compuesta por dos dimensiones del habitar del Hombre que al mismo tiempo se concretar en una:

  1. Dimensión sagrada del habitar cultural: el habitar humano se cristaliza en todo momento por un asentamiento de carácter primerio y sagrado. Esta relación sagrada se genera por el enraizamiento de la creencia del Ser Humano, proyectado a la tierra. Esto quiere decir que, por un lado, el Hombre trasciende lo que cree al espacio territorial; lo ordena según la geografía, la naturaleza, la riqueza, el espacio creativo y productivo. Y por otro, al intelegir y sentir su propio dominio, que es su conexión biometafísica con el espacio que habita, el Ser Humano se vuelve uno con la tierra, pues la impregna de su espíritu. Esta conjunción conforma una Unidad geocultural que define el carácter creador y guerrero de un pueblo.  Todo ese ordenamiento inteligente-sentido, cuan radiografía del espacio físico en que se establece la habitud primaria, establece el sentido cultural y la misión del obrar del hombre en virtud de su relación esencial con Dios: pues al arrojo -el sentido misterioso y épico de nuestra existencia- no ha sido efectuado por la nada, sino por un Dios que ha creado a su imagen y semejanza al Ser de Obras, al Hombre que habita y lucha en la existencia. Dios aquí, es la fuerza ética y moral con que el Obrero, el Ser Humano, cultiva su creencia en el habitar de forma sagrada: esto quiere decir que el Hombre y la tierra están íntegramente relacionados bajo un mismo propósito creativo, recíproco, coherente, natural y sagrado -de hacer de la actividad humana, en conjunto con su habitar, un obrar sistemático, una misión sacrificada de ser y hacer-. Dios constituye entonces la fuerza creativa eterna y universal, el Hombre, creado y finito, constituye la proyección creativa terrenal de ese Dios que ha puesto en su creación, en el Hombre, la misión de complementar, cultivar, custodiar y proyectar la esencia de la creación en el mundo. Por tanto, el asentamiento humano, la Geocultura, establece la misión histórica de preservación de la vida humana, animal y vegetal bajo un fundamento sagrado. Ese fundamento complejo, profundo, misterioso, épico y creativo se encarna en la vida humana productiva, significativa, e inteligente que poéticamente intenta, de forma imperfecta y finita, imitar a su creador, que es infinito, primero y universal. Por tanto, la labor creativa, de obrero mantenedor de lo creado, hace de la vida del Ser Humano una existencia que con el medio-espacio, se dan de forma sagrada y para lo sagrado.
  2. Dimensión política del habitar cultural: La Geocultura, que en términos prácticos y sociales dispone una forma de organización humana compleja, particular y bien determinada, se manifiesta políticamente por medio de las formas de orden social estructural que crea el Ser Humano: en primer lugar, el Orden -ético y moral- se expresa políticamente por el gobierno y la ley -dos elementos del estado cultural-. Y, en segundo lugar, el sistema social, se concreta políticamente por la semiótica-simbólica de la institución que significa el poder cultural y administrativo del asentamiento humano: esta es la forma en que los seres humanos significan la institución; desde la estructura física de las instituciones y hasta la significancia cotidiana de su aplicación en virtud de moderar y ordenar las relaciones sociales y del poder, en el fondo, la conjunción entre experiencia y lenguaje, la semiótica de la ética y la moral del Orden y la identidad política. El Orden y el sistema social también encarnan la misión sagrada del Ser Humano, ahora de forma particular. Es decir: que la magnificencia del cosmos, del Creador, se sintetizan en la acción política cotidiana en el seno de la sociedad, en el Orden político y el sistema social a todo nivel; desde la familia, hasta el Estar político unitario de un pueblo. De esta definición doctrinaria, se entiende y se proyecta la siguiente relación integral de la Geocultura:
  1. La Geocultura es habitar político-cultural del Ser Humano en el mundo.
  2. El Ser Humano impregna de puro espíritu la tierra -significado/sentido-, la tierra es su espacio vital de desarrollo; nacimiento, crecimiento-potencia, muerte. El Hombre y la tierra son uno.
  3. La relación existencial del Hombre-Espacio -política/cultura- crea identidad política.
  4. El pueblo, organizado por los más idóneos, constituye una Unidad Política.
  5. La Unidad Política es la identidad política que desarrolla un pueblo, Unidad Política que le da unidad a su ser y hacer político.
  6. Unidad e Identidad política se expresa realmente por un Estado cultural y administrativo.
  7. La Geocultura, se ordena en la realidad social y política por un Estar cultural.
  8. La Geocultura, significa Guerra: Lucha política permanente por la protección y proyección de la raíz Sagrada del Ser Humano y su ordenamiento social.

6.Consideramos y definimos al Hombre como un Ser abierto: no es ni absolutamente individual ni colectivo; es axial. El Ser Humano es radicalmente de Naturaleza abierta: esto quiere decir que su experiencia discurre entre lo propio y un otro, que también es propio-otro. Es un Ser abierto porque en su vivir, el flujo de experiencia continua, dinámica y compleja no se circunscribe en un plano de realidad demarcado que con anticipación y certeza se pueda definir como dado; el viviente que es el Entre y que está abierto es así un Ser-abertura-potencia de experiencia plástica que se concreta luego en los hitos experienciales que la inteligencia sentiente del hombre por razón u emoción instituye: así, acontece que existen experiencias desechadas o residuales y otras que van encarnando la experiencia en la realidad vivida. Experiencia plástica aquí refiere a la integración de la experiencia en una dimensión del hacer humano donde se da el conocer, al mismo tiempo, entre lo único (del individuo) y lo social (del prójimo). No puede, por tanto, la experiencia plástica o concreta, en virtud de su naturaleza abierta estar sujeta al plano material del ser Humano, pues es Metafísica.

En esta perspectiva fundamental del Ser Abierto al mundo, nos centramos especialmente en la inteligencia humana y su forma especial de entrelazamiento con el mundo y las cosas: esta inteligencia que es sentiente tiene acceso así a la realidad únicamente por la capacidad de conocer y entender las cosas sentientemente.

 En ese aspecto, el Sentir es el bálsamo por el cual el viviente amplifica su presencia en virtud de todo aquello que es aprehendido: el estar presente es posible por el sentir, pues el sentir constituye una formalidad, a partir de la impresión de realidad que el Ser Humano está experimentando, sintiendo. El sentir es actualidad dinámica de la intelección más profunda y franca del Ser Humano con su habitud, es intelección sentiente que define constante y sistemáticamente la realidad del Ser, del mundo y de las cosas. El sentir es formalidad de la realidad aprehendida: en cuanto dicha realidad es captada por los sentidos biológicos, la formalidad, que es el Sentido -el significado- estricto que adquiere la aprehensión reviste de trascendencia aquello que en la aprehensión misma constituye la relación de las cosas y del Axis; esto es la captación material del mundo, trascendida, en su acción transversal, con el significado espiritual por el cual el Ser Humano sentencia todas las cosas. El Ser Axiático es aquel Ente que, en su relación poética con las cosas, las nombra. Justamente esto es la relación ontológica y metafísica del Entre en el mundo, del mundo y del Entre, del Entre y las cosas, conjunción de las existencias en el y con el Todo.

Hacer hincapié en estos asuntos del Axis, el Ser axiático, resulta relevante a la hora de dejar en claro que, como Entre, el Ser humano que está en el mundo se encuentra curiosamente con una condición existencial de Ser siempre compartida. En primer término, y de forma absoluta, el Axis no puede ser sin el mundo ni las cosas. Cuestión que parece obvia pero que es menester tomar a bien, apropósito de las innumerables ideologías sofisticas que reniegan contra el mundo natural y por supuesto contra la naturaleza del Entre, en su transversalidad radical expresión conjugada entre mundo-cosas. Que el Entre esté en el mundo y sea con las cosas define que: la habitud del Axis -el mundo-cosas- corresponde a una proporción radical de existir, de ocurrir, siempre presente y concreta; es estable e instituye al Axis al espacio dado en su arrojo para Ser. La habitud es un espacio integro donde el viviente es. Por otra parte, el Entre se establece en la habitud con plena significancia, la siente, y al sentirla le otorga sentido y la sentencia junto con él. Dicha significancia se expresa por el reconocimiento inteligente de lo que es el mundo-cosas, sin negar así su naturaleza, sus condiciones y cualidades: en este reconocimiento radical del mundo-cosas-habitud, el Entre, al ser siempre en ellas, se circunscribe también en una estructura dinámica de Ser. Estructura transversal que, fijada por la concreción del mundo-cosas-habitud, ciñe al Entre axiático de una sujeción de existencia concreta que no niega el mundo natural, porque tampoco el mundo natural, en su ocurrir, niega al Axis. No hay por tanto contradicción relacional respecto al mundo-cosas y el Entre pues están ambos, dados para sí.

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