UNICIDAD DEL FENÓMENO EXISTENCIAL DEL SER AXIÁTICO, por Jorge Sánchez Fuenzalida

Breves reflexiones filosóficas sobre unicidad y el fenómeno existencial

¿Qué es unicidad?

En la bóveda germinan los ideales; también nacen las maldiciones. Luego por la obra se consolida la buena nueva, la obra cimienta los buenos deseos; pero también la obra perpetra el crimen: el cuerpo hacedor hace y deshace. Luego por el espíritu, todas las cosas son trascendentales; la bondad o la maldad, se hacen en el uno y por el uno. ¡El espíritu congrega el pensamiento en el llamamiento de la obra! El ser-estar  del hombre es en el uno: no puede uno ser y no estar, tampoco pude el Axis estar y no ser. El uno de la obra compleja y de muchos afanes, como un plano de muchas estructuras, formas, piezas, es en su conjunto una obra maestra. Es una.

La aprehensión sentiente de realidad es unicidad pura.

¿Qué es esto? Unicidad del todo que es.

Le llamo Unicidad  a nuestra facultad axiática, inteligente, sentiente, condición de existencia propia de nosotros, los seres humanos, por el cual todas las cosas se presentan ante nosotros de forma unitaria, son todas las cosas en su unicidad, abiertas y diversas en sus particularidades, impresión de una: nuestro fenómeno existencial es a la vez, uno; nuestra existencia es una, con todos nuestros sentimientos y experiencias, enriquecidas por la diversidad de la razón y la emoción, sistemáticas o fragmentarias, el fenómeno de la existencia es todo y a la vez uno. Todo del uno impreso por la bóveda, maravilloso torrente excéntrico que amplifica los sentidos esparcidos en el todo, de la impresión del uno.

Bóveda, cuerpo, espíritu, impresivamente son todos a su vez en el uno. Los sentidos del hombre se condensan en el unitario momento del sentir: si hemos de consumirnos en un río, podremos verlo; contemplar sus extensiones, admirar la naturaleza que crece en sus bordes y alrededores; cantan los pájaros, se escabullen los animales, escuchamos y sentimos también el movimiento de las aguas, el rose del torrente con las rocas, el oír delicado de la brisa del valle, ¿y por qué no? Escuchar también el molesto y sorpresivo ruido de alguna cosa alborotadora, sea lo que sea, alborota, resuena.

¿Se presentan en la realidad todas estas cosas por separado? Sí, porque ponemos atención en su posibilidad a todas ellas por separado, en sus particularidades, y sea de lo que por voluntad queramos poner atención, todas las otras cosas acontecen disimuladas, acontecen en sus propias formas. ¡Aquí nos absorbe la unicidad! En el momento en que entran en la bóveda todas aquellas particulares expresiones de suyas, se imprimen, como un flash fotográfico, un único momento impreso de realidad sentiente.

Unicidad, por tanto, es el momento congregado de las muchas cosas en nuestra bóveda, esta abertura metafísica que hace de los sentidos, manifestación de una impresión sentiente de realidad única e irrepetible en su impresión —aprehensión—, captura —sensación— y abarcación —conocer—.

En efecto, en la impresión unisiente de realidad, aprehendemos el todo inteligentemente; sentimos la captura de enfrentarnos a la crudeza del momento vivido, y finalmente, cuan resumen metódico del flash fotográfico, abarcamos eso del todo aprehendido, lo atrapamos, lo tomamos con todos los sentidos a la vez, lo abarcamos en su complejidad para conocer y entender. Abarcar en la impresión sentiente significa un recorrer en la aprehensión, un examinar las a veces, insondables e inconmensurables aspectos misteriosos del ser que todo lo es en un uno a la vez.

Del fenómeno

El fenómeno del ser del hombre, en su naturaleza axiática, constituye la  expansión metafísica del inquieto poder obrante que germina desde la bóveda del cuerpo. ¡Es la maravilla del que grita existir!

El ser humano es un fenómeno súbito que como eje lo abarca todo; lo abarca todo, en un sentido volutivo vital: él quiere descubrirlo todo y, en su impetuoso vitalismo cree poder abarcarlo todo. En su abarcar, puede o no, realmente llegar a descubrir la crudeza del de suyo. Pero también puede, por pura voluntad y sentimientos infundados en realidad, llegar a plantear caminos de sofisma, dogma y mentira, justamente, por aferrarse a le negación del crudo de suyo.

En ese caso, la abarcación del eje es una discruptiva falacia.

Sea por la verdad de un descubrir en el de suyo o por una ilusión fáustica del puro de mí, el fenómeno súbito acontece sin apelaciones. No hay un trasfondo ético ni moral en el acontecimiento terrible del relámpago del fenómeno.

El fenómeno es un aparecer: ¿qué puede aparecer? ¿qué es un aparecer? En el mundo material aparece la energía de la naturaleza: ella misma, en lo que sabemos y en lo que no sabemos, se hace aparecer; ya sea porque se precipita como gotas de lluvia, ya sea porque el clima es propicio para que se forme un ciclón o porque las burbujas de un refresco emergen para hacerse perceptibles, observables, el fenómeno dinámico del mundo natural inexpugnablemente aparece.

El aparecer de este mundo natural es por su propia cuenta; no depende de nuestra voluntad, es casi indiferente a nuestro propio fenómeno. En el mundo natural, la energía del aparecer es una consecución de condiciones que permiten que la energía natural se desencadene; depende del ambiente, depende del medio en que la energía se mueve y se abre paso. Un aparecer, por tanto, en este energizante mundo natural, es la expresión unitaria de las condiciones del medio que hacen posible que un ambiente se modifique, virtud de la energía depositada en su acontecimiento.

Mas el fenómeno del Ser Axiático, es un aparecer plástico, dinámico, intempestivo, problemático, radical, a veces demostrativo, otras, oculto. Este aparecer no depende de otros, ni del medio, no tiene energía interviniente del mundo natural. Sin embargo, este aparecer depende de la superficie del mundo abierto y eternamente insondable para manifestar su aparecer. Curioso; el aparecer axiático no depende de esta superficie por la cual es en el todo; pero necesita de ella para ser un estrepitoso aparecer. El aparecer del Axis es la expresión bóvedal del ancla del cuerpo, es obra del que tiene poder de presencia, hablada o callada; el aparecer del hombre es una estética del poder quedar en la realidad, es aparecer metafísico. Es la obra del que está vivo.

El fenómeno del que vive en el mundo, es el aparecer que conmueve voluntades y sentimientos en una acción donde el permanente desarrollo dinámico de interversión consciente o no de la realidad, constituye el único suceso seguro y radical donde el ser del Axis se contempla así mismo y a los semejantes en el franco existir.

De la existencia

Hablamos pues de un fenómeno existencial que inunda la abundancia del todo en el mundo. Sabemos ahora a qué nos referimos con el término fenómeno. ¿Pero qué es el discurso de la existencia en esta conversación?

Si el fenómeno es un aparecer radical que queramos o no interviene laberínticamente la realidad, nuestra realidad, nos preguntamos pues acerca de la existencia: ¿qué es el existir, en tanto que existir?

No existe pues el fenómeno por una dimensión, y el existir por otro: se trata del fenómeno-existencial como condición de la unicidad. Si algo existe, tiene expresión fenómetica. Si hay fenómeno, hay existencia. Claro está, lo anterior suscrito al ámbito de las cosas humanas, en tanto que humanas.

El existir del Ser Axiático ciertamente es un existir humano y en su virtud, clama el hombre por su existencia en un mundo que no advirtió su habitación. Clama el hombre, porque estar y ser en el mundo es crudo; clama el hombre, porque el fenómeno de su existencia es tremendo, es profundo. Clama el hombre porque en la crudeza se encuentra solo, acompañado, pero al fin y al cabo él mismo frente a sus propias calamidades y grandezas. Crudeza colosal, es la constante del enfrentamiento axiático en un mundo que le permite ser en el fenómeno de su existencia.

¿Qué significa el término crudo en esta conversación? Que el hombre se halla a sí mismo arrojado en un mundo que en su situación de superficie donde acontece fácticamente su existencia, la encuentra sin la suficiente maduración. La realidad es cruda, no es ideal, tampoco perfecta, pues no hay perfección ideal en donde se espera que la obra humana consolide la construcción del mundo propio y para los otros. El mundo, deja de ser sólo mundo natural y se convierte en un mundo arquitectónico, cuando el Ser Axiático obra, ahora, para madurar la crudeza del mundo dado.

La obra fenómetica existencial consolida lo que el mundo, como arquitectura no puede por sus propias condiciones, hacer madurar: ¡El ser humano hace madurar la obra del mundo!

Existir en tanto que existir, ¿cuál es el sentido de esta frase para el oro? El sentido es, en la existencia humana, un hallarse en el sentido de un propósito, en el sentido de una obra. Porque si todas las cosas son para nosotros, estímulos, deseos, sueños, sentires, acciones, acceso poético o impensado a una realidad ¿qué sentido tiene que todas esas cosas tengan para nosotros aquella consecución en su es? Es que sólo en el hombre todas esas cosas son aprehensión de realidad en un sentido íntimamente sentiente. Sentiente en el acceso de la inteligencia humana, que quiere y debe obrar gracias a las muchas cosas que aparecen en el horizonte del mundo. ¡Existir, en tanto que existir!

Existir, es haberse dado, racioemocionalmente al sentir que nos abre a la comprensión de que tiene sentido el estar aquí, por la razón fundante que sea, nos hallamos en el arrojo, sorprendidos, en la gratitud o en la angustia, de ser seres que sufren y se alegran en la crudeza del mundo. ¿Qué cosa más magnifica?

OBRA PUBLICADA POR JORGE SÁNCHEZ FUENZALIDA

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