Europa es, un conjunto geográfico, étnico, histórico y político, con representantes en otros continentes, que se singulariza entre las demás grandes familias étnicas del mundo.
Este continente está habitado por un conjunto de pueblos que pertenecen a una misma colectividad antropológica, es decir, la gran familia indoeuropea, concepto que nosotros empleamos en el sentido étnico; por lo cual quedan comprendidos en él todos los pueblos genéticamente europeos desde el punto de vista antropológico, incluidos los euro-descendientes americanos y de otras partes del mundo, y desde el punto de vista cultural aquellos pueblos indo-arios de la Antigüedad de los que todavía quedan restos en Asia. Esta gran familia comparte, desde la noche de los tiempos, unos valores comunes permanentes y manifestados en todas las culturas que se han desarrollado principalmente en tal espacio continental, pero también en otras partes de nuestro planeta: La Prehistoria paleo y neolítica, la Edad del Bronce, la Edad del Hierro, Hélade y Roma, y por último la Europa Cristiana, junto con la Persia antigua y la India védica.
Esta Europa de la que hablamos se encuentra hoy ante la más grave crisis de su milenaria historia. Se trata nada menos que de nuestra propia supervivencia, no solo cultural, sino también física. A una agresiva contaminación ambiental y ecológica sin precedentes y una economía hundida por el despilfarro, la malversación y la usura, se une la ola invasora de una inmigración alógena que amenaza con anegar el solar ancestral de nuestra estirpe. Debido a todo ello se presenta ante nosotros una terrible consecuencia: Estamos en trance de desaparecer. Esto es un hecho.
Antonio Hernández
Antonio Hernández Pérez nació en Zamora, la “Perla del Duero” del Viejo Reino de León, el 6 de Agosto de 1945. Premio Accesit por la Universidad de Valladolid. Se considera por ello leonés y por ende español y europeo. Se confiesa cristiano porque, entre otras razones mucho más profundas e íntimas que se reserva para sí, asume el hecho incontestable de que la Cristiandad ha sido y aún es, a pesar de todo, una de las raíces más importantes de España y de Europa. Se declara también como un socialista radical, es decir, fanático defensor y servidor del “Bien Común” según el concepto de la tradición griega, romana y medieval. Es un convencido identitario y proclama la necesidad de reconocer las diversas comunidades étnicas de España y de Europa para cuya integración como entidad política supraestatal propone una confederación en la línea de Sacro Imperio. Respecto a España cree firmemente en su unidad y pluralidad y para conseguir la confluencia de ambas en armónica organización, propone como solución pragmática la fundación de una República Federal. No obstante, a título personal, él se decantaría por un plebiscito que decidiera cual sería la forma de estado: La propuesta República Federal o una Monarquía Foral, fórmula política tradicional e histórica de nuestra patria común hasta principios del siglo XVIII. No se considera escritor ni tiene vocación de ello y su obra, que se reduce a tres libros, algunos folletos de tipo ideológico y no más de una treintena de ensayos, responde exclusivamente a una necesidad imperiosa de búsqueda de la verdad en todos los ámbitos de la existencia, entre ellos y aquí el de una política real para los españoles.
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