En la actualidad, la izquierda odia al pueblo. Lo odia porque no lo comprende, porque no participa de su destino, porque sus esferas de realidad no sólo son diferentes, sino opuestas. El individuo integrado en la corrección política, representa la antítesis del trabajador vinculado al lugar en el que trabaja, a las personas con las que trabaja y a aquellas con las que convive, sus compañeros, su pueblo y su familia. Y la obra de Blanco, viajando desde la Filosofía y el análisis de la teoría originaria marxista hasta los dogmas de la nueva izquierda, argumenta lúcidamente sobre una izquierda que no es ya postmarxista, sino ajena a la crítica marxista del capitalismo, una izquierda post-moderna, que no es capaz de comprender que los trabajadores sólo pueden adquirir un espacio para defenderse del capitalismo globalista en el seno de un pueblo, dentro de los límites de una soberanía que precisa de fronteras fuertes y definidas. Que: “Si no hay pueblo, no hay nación. Sin nación, no hay pueblo”.
Nada podrá evitar que este libro caiga bajo las jaurías mediáticas de la izquierda y su pensamiento mágico, emanado de la disonancia cognitiva en la que pace estabulada. No dudará en calificarlo de fascista, tratando de sostener así el trampantojo de esa izquierda puritana estrecha colaboradora en los dictados del capital, que siente que el pueblo se le escapa. Esa izquierda, la “fucsia”, la del “arcoíris” que Carlos X. Blanco desmonta en este ensayo.
Francisco José Fernández-Cruz Sequera