ADVENIMIENTO DE UN NO-MUNDO, por Jorge Sánchez Fuenzalida

El no-hombre y el no-mundo

El mundo técnico de nuestro presente alterno y alterado virtualmente constituye un espacio donde los seres humanos se mueven en el fluir del deseo: no nos movemos por la realidad tal cual es, porque esa realidad tal cual es, a la fuerza, es alterada por el aparato que, por voluntad, no queremos desprendernos. Ya sea por la sujeción al aparato de tecnolovirtualidad ligada a menesteres del hacer digital o la necesidad hedonista de querer acceder rápido a todas las satisfacciones del “mundo virtual”, nos arrojamos, ahora sí por un aparente gozo, a un mundo donde ya no somos hombres, sino existencias estéticas-lingüísticas fluitivas: somos en la virtualidad, flujos deseantes.

Justamente, y en virtud de esta vorágine donde olvidamos al ser, aparece vilmente un nuevo orden de cosas que se basta del movimiento de los dedos, de nuestros dedos. ¿Por qué?, vamos por orden:

¿Qué diferencias existen entre un mundo y un no-mundo?

  1. El mundo en su ocurrir real y de realidad es un espacio abierto a las existencias sustantivas. Es decir, para que el Ser Humano le sea posible su vivir como fenómeno y existencia en ese ocurrir, por su naturaleza, es y está física-espiritualmente presente. Y en su presencia atiende, tiene contacto, se entrelaza, se hace responsable por su hacer en ese mundo. Implica el mundo un cuidado, un propósito ético y sentido en el ámbito del ser y del hacer en la suscitación del estar arrojado a este mundo. Estar en el mundo real implica también un arduo trabajo. Nada escapa a la presencia del que atiende esa ardua labor: en efecto, todo requiere, en el mundo real y de realidad, del tan excelente y necesario trabajo. Si usted quiere conquistar, trabaja por ello, si usted quiere encantar, se esmera por ello. Pero si usted quiere educar, tiene que realizar acciones para ese objetivo. No puede puramente pensar el educar; tiene que hacerlo, tiene que «estar ahí». Estar ahí, requiere imperativamente una voluntad, un sentimiento de saberse hacedor de obras que, en el mundo, reclaman su presencia. Si usted, por una parte, quiere ser madre, tiene que serlo verdaderamente; tiene el deber de estar ahí encargándose de educar, de traspasar la tradición, de asegurar que su familia esté en el espacio de la atención. De esta manera tan obvia, pero tan difícil de constatar en la cotidianeidad, queda claro que estar en el mundo tiene que ver con que acudamos con todos nuestros sentidos en la presencia de la palabra que ve, toca, huele, gusta, piensa, escucha, siente profundamente el mundo. El mundo que ocurre es donde las cosas son y están en contacto directo con Ser Humano.
  2. Un no-mundo es la negación odiosa de la realidad del mundo en su talidad: se trata de una negación psíquica del ser humano, se trata de su determinación ingenua, impía, esquizofrénica, por creer que, por su propia capacidad creadora, debe y puede superar todos los «limites» que surgen por su condición de existencia en el mundo. Para el Hombre, el no-mundo nace por una decisión y una actitud fundamental por no querer hacerse cargo del mundo que se está generando. Un no-mundo, por tanto, significa para nosotros la muerte de la presencia y la palabra del «Ser Axiático»; es un anularse a sí mismo, es un introducirse radicalmente a los avatares del “mundo” de la tecnología virtual, la inteligencia artificial, el metaverso, el mundo sin ser, el mundo sin estar. ¿Dónde pues se es y se está en el mundo del virtuo? En el no-mundo: en la digitalización del emocionar, del razonar. En efecto, por sus dedos fluye las posibilidades de satisfacción en el no-mundo. En el no-mundo no hay presencia, no hay realidad sustantiva; no existe un hacerse cargo, no existe un «estar aquí», no existe el entrelazamiento del Axis con el todo, no hay posibilidades de cantar la palabra que expresa el mundo tal cual es, la palabra que, en su crudeza, espanta y levanta los espíritus. El no-mundo no necesita del vivir del Hombre en su mundo; necesita de él nada más que su deseo de ir contra toda la posibilidad existencial concreta del mundo. En suma, el no-mundo es un nihil-mundi. Una nada fenomética y existencial que para el hombre implica un marchitarse, una auto-destrucción. ¿Cuáles son los costos del fenómeno existencial de la vida del hombre con el “avance” incesante de la globalización técnica y la virtualidad? Es preciso reflexionar sobre esta interrogante para poder plantear enseguida, un análisis sistemático que nos permitan a los seres humanos tener a la mano una perspectiva general y al detalle con el cual podamos criticar, emitir juicio y en el mejor de los casos elegir si queremos o no continuar con este avance agresivo de la tecnología virtual y la inteligencia artificial.

Con todo, en el acontecer del nihil-mundi, aparece en la sombriedad de la virtualidad, un no-hombre. ¿Cómo es ese no-hombre? Este pues, es un “ser cansado”, hastiado de la existencia sustantiva en la realidad del mundo porque existir lo obliga a enfrentarse a sus propias acciones; es también una existencia moribunda, aniquilada. El nihil-mundi nace, apropósito, por el acaecimiento rotundo y fugaz de este hombre caído que es, a su vez, un nihil-homo. El nihil-homo que fluye en el nihil-mundi es fiel expresión arquetípica de nuestra era presente donde la verdad del mundo es causa de repulsión y lucha. ¡Nadie en el flujo quiere el mundo verdadero! ¡Nadie en el flujo quiere sentirse carne, huesos y espíritu!

El nihil-homo es el hombre de la nada: es el “último hombre” de Nietzsche. ¿Será el hombre de la nada una nada creadora? Tampoco es una nada creadora que desde la negación de todo aquello que tiene «fundamento» fuera del , del «único», crea un nuevo mundo tal y como lo postula Stirner: el nihil-homo es una nada en el sentido de abismo, de «vacío». ¿Por qué es el hombre de la nada un vacío, un abismo? Porque en su realidad natural, se ha negado a sí mismo, ha renunciado al fenómeno del existir auténticamente, ha dejado a la “deriva digital” sus haceres más humanos; se ha convertido en un vividor digital.

¿Qué es esto de la vivencia digital? La vivencia o existencia digital es el “orden arquitectónico” virtual del no-mundo. Es un flujo mental.

¿En qué consiste? Si me permiten, puedo expresar lo siguiente:

  1. La existencia digital es un existir descentrado; un existir que no tiene puntos de referencias. “Puntos de referencias” es el espacio, el habitar concreto donde parte a cada momento la experiencia humana. 
  2. Al no tener “puntos de referencia” (geográfico, patrio, nacional, etc.), la existencia digital no depende del experienciar desde un lugar.
  3. Al no tener un lugar desde donde se aprecia y se cultiva la experiencia del ser humano, la existencia digital se da únicamente como forma de experiencia mental-virtual.
  4. Al ser la existencia digital una forma abstracta; sin lugar, sin espacio, pero a la vez sin límites (porque no es una existencia sustantiva desde el punto de vista fenomético concreto, físico) de flujo experiencial-mental, el Ser Humano comienza poco a poco a perderse en sus propios deseos de no existencia. Aquí comienza el “no querer” hacerse cargo de la existencia sustantiva en la realidad compleja del mundo.
  5. Ante tamaña inpermanencia real y de realidad de la existencia humana, aparece el aparato de sujeción virtual para reemplazar la existencia humana en tanto existencia sustantiva en el mundo. El aparato de sujeción, es a su vez un potente sistema de existencia alterna donde nos reducimos existencialmente a una pantalla táctil.
  6. La mente, al parecer, en este estado, únicamente se concentra en querer trabajar con los dedos; o más bien, se concentra el sentir en y por los dígitos. Son los dedos los que permiten el sentir; ellos los modulan. Así, la existencia alterna es por sus propias condiciones una existencia reducida. Es una reducción viciosa, enfermiza, es una trampa.
  7. La existencia en el flujo virtual, digital, inmediato, fugaz y solitario, niega radicalmente el verdadero y encarnado, vivido, fenómeno del existir del «Ser Axiático». ¿Por qué? Porque sujetado al “aparato de virtualidad”, no se existe ejéticamente, no se es un Axis; se es un flujo monocromático, plano, extasiado, amoral, anti ético, efímero, corriente, «denegado».

La existencia digital, como podrán reflexionar, cercena la presencia en la palabra. No hay presencia en los movimientos de los dedos; tampoco hay palabras profundas y sentidas, metafísicas: lo que acontece es un angustiante silencio. Un silencio que no tiene que ver con la reflexión, con el método, ni con lo fragmentario; es un silencio criminal que carcome toda posibilidad de decir aquello que muere en el silencio digital; es la muerte del decir por el callar mientras se fluye. Este silencio es como aquel que calla una denuncia relevante frente al juez: es como aquel que calla y oculta sus bajos deseos en la oscuridad de su habitación.

¿Quién pues resistirá activamente el consumirse en el no-mundo? ¿quién pues se negará a la satisfacción mental de la “diversión” en un mundo virtual sin límites? ¿quién volverá a la presencia univoca del ser real y de realidad? ¿quién volverá a cantar la palabra rebosante de sentido? ¿cuándo el hombre volverá a ser una existencia digna de Ser Humano?

No resulta fácil, francamente, poder resolver estas interrogantes una por una, desafío tras desafío; ¿Desafío? En efecto. Es un verdadero desafío caer en cuenta de que hemos sido arrojados a una existencia entrelazada con el artificio de la tecnología virtual y su discurso esquizofrénico de “progreso”: ¿Cómo puede ser “progreso” una acción premeditada e infame que plantea acabar con la existencia natural de los seres humanos? ¿Cómo puede ser llamado “progreso” un sistema que niega a cada momento el ser, la presencia y la palabra? Pues si algún “progreso” existe en esta existencia virtual y sus aparatos tecnológicos virtuales, es el progreso de aniquilación radical del Ser Humano y su naturaleza.

OBRA PUBLICADA POR JORGE SÁNCHEZ FUENZALIDA

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