Por más que glorificara a los Templarios, la O.N.T. nunca dejó de ser una comunidad esencialmente religiosa e iniciática destinada principalmente al culto y a la divulgación de sus ideas. Lanz von Liebenfels, a pesar de tener una participación más bien modesta en la política local, principalmente en Hungría, su actividad principal era la publicación de libros rituales para la Orden y ensayos ocultistas. Si bien se consideraba el padre espiritual del nacionalsocialismo y otras corrientes políticas afines, no pretendió ser más que eso. Tampoco, por más que secretamente lo deseara, le llegó alguna vez el reconocimiento.
La lucha de Lanz era una lucha por las almas. Él creía que todavía era posible salvar al continente de la catástrofe que se avecinaba. Y, sin embargo, era demasiado tarde para pensar en monasterios, salmos y plegarias. El refugio del claustro resultaba atractivo para los cansados y los mansos, pero la guerra santa que predicaban desde el púlpito para la regeneración humana, exigía de una nueva clase de guerreros, vigorosos y valientes, disciplinados de cuerpo como de espíritu.