Nuestro colaborador Jesús Sebastián-Lorente ha participado en el libro-homenaje a Alain de Benoist editado por la asociación Les amis d´Alain de Benoist y titulado Un chemin de pensé. Texte offerts à Alain de Benoist à l’occasion de 80e anniversaire. Ofrecemos a nuestros lectores la traducción en castellano del artículo de nuestro colaborador.
ALAIN DE BENOIST, «ENFANT TERRIBLE» DE LA REVOLUCIÓN CONSERVADORA (¿EUROPEA?), por Jesús Sebastián-Lorente
Descubrí a Alain de Benoist a mediados de los años 1980. Una plácida mañana de domingo, en una librería de ocasión, mi mirada se dirigió hacia un libro titulado simplemente (y en minúsculas) La nueva derecha. Se trataba de la edición española de Les idées à l´endroit. Quizás no fuera una “revelación”, pero me sentí preso de una irresistible “seducción”. En aquella época era el único libro de Alain de Benoist en español y yo no tenía acceso a las publicaciones francesas porque no conocía la lengua de Molière. Hasta los años 2010-2011 solo cuatro libros más de Alain de Benoist –en adelante AdB, como lo llamamos sus amigos españoles para ahorrar espacio en nuestras comunicaciones electrónicas–, junto a varios artículos en revistas ciertamente marginales, fueron editados en España.
Todo cambió en 2015. Hice un llamamiento a todos aquellos que, en España, tenían algún conocimiento sobre nuestro autor y les propuse editar un libro en su homenaje. Así nació el libro titulado Alain de Benoist. Elogio de la disidencia. En mi colaboración, titulada Alain de Benoist. El nuevo «nomos» de lo político, me atrevía a calificar a nuestro «maître à penser» como un revolucionario-conservador, y a la mal denominada Nouvelle Droite francesa como la segunda fase de la Konservative Revolution allemande a escala europea. No era el primero (ni el último) en hacerlo: en el Liber Amicorum 2, M. Böhm ya firmaba una colaboración describiendo a nuestro autor como el «primer revolucionario-conservador auténtico”. El propio AdB, en un intercambio de ideas con Alain Caillé, al describir las fuentes inspiradoras de su posición ideológica, señalaba, entre otras, la Revolución Conservadora alemana (en adelante RC). Nuestro pensador confesaba: «me reconozco a mí mismo en las obras de muchos autores de la Revolución Conservadora alemana, que interpreto ampliamente y de forma retrospectiva como una alternativa al nacionalsocialismo» (y no, como hacen los adversarios de la RC, que la han descrito como un movimiento que habría abierto la vía al nacionalsocialismo). Y, en otro lugar, escribía: «(…) todo verdadero conservadurismo es revolucionario». Incluso Raymond Aron había escrito que las ideas de AdB le recordaban a las de la RC en Alemania. Así que puede afirmarse que la RC es uno de los arsenales centrales para el pensamiento de AdB y de su escuela de pensamiento, y aunque algunos críticos han hablado abiertamente de una “apropiación”, lo que ha procurado AdB es una “rehabilitación” y una “revitalización” del pensamiento revolucionario-conservador.
En cualquier caso, este libro colectivo marcó un hito en la bibliografía benoistiana en español. Armado ya con las suficientes herramientas de dominio de la lengua francesa, y con el apoyo de algunos osados editores, decidí comenzar a publicar la obra de AdB en español. Hoy, se han editado en español unos 30 libros de AdB como único autor y otros tantos libros colectivos en los que figura como coautor. Y su número continúa creciendo.
Pero, ¿por qué tanta insistencia en la relación entre Alain de Benoist y la Revolución conservadora alemana?
En aquella época, era habitual encontrar algunos libros en español de Carl Schmitt, Ernst Jünger, Oswald Spengler, Martin Heidegger, Thomas Mann, Werner Sombart, Max Scheler, Arnold Gehlen y Ludwig Klages … pero, salvo raras y honrosas excepciones, ningún autor o comentarista los vinculaba con ese pluriverso –que algunos denominan constelación o, incluso, nebulosa– de intelectuales alemanes de la primera mitad del siglo XX, sin unidad organizativa ni homogeneidad ideológica (ni siquiera con un adscripción política común) que alentaron proyectos para una renovación cultural y espiritual de los valores contra los principios demoliberales en el seno de un movimiento que reclamaba un renacimiento alemán y europeo (una «regeneración»), cuyas “imágenes conductoras” (Leitbilder) fueron reunidas bajo la fórmula Konservative Revolution por Armin Mohler, “el puente entre Ernst Jünger y AdB. Una auténtica “revuelta cultural” contra los ideales ilustrados y la civilización moderna, contra el racionalismo, la democracia liberal, el predominio de lo material sobre lo espiritual. La neutralidad de los Estados liberales en materia espiritual debe dejar paso a un sistema en el que la autoridad temporal y la espiritual sean una y la misma, por lo que sólo un “Estado total”, donde las masas sean sustituidas por el derecho de la personalidad de los pueblos y las mecánicas elecciones por el valor orgánico de los dirigentes, puede superar la era de disolución que representa la modernidad.
Pero en los círculos intelectuales españoles de la época pocos hacían referencia al fenómeno de la RC alemana. Por ello, en mi caso particular, fue AdB el que me hizo descubrir la RC. Por supuesto, no es el único descubrimiento que le debo a mi maestro, pero sí uno de los más significativos. Tan importante que me animó lo suficiente como para escribir y editar el libro Ortega y Gasset. Socialismo nacional y Revolución conservadora (en colaboración con otro autor), en un intento por situar al filósofo español en la órbita de los autores revolucionario-conservadores alemanes, igual que AdB había hecho con ciertos pensadores franceses. Posteriormente, una de mis principales inquietudes fue la publicación en español de los trabajos del maestro sobre estos autores (siempre bajo la guía de su monumental Bibliografía francesa de la RC alemana): así vieron la luz sus diversas monografías y artículos sobre Arthur Moeller van den Bruck, Ernst Jünger, Ernst Niekisch, Carl Schmitt, Werner Sombart… y también sobre Georges Sorel, cuya influencia en los autores alemanes de la Revolución Conservadora es indiscutible. En este contexto editorial, una de mis mayores frustraciones fue no poder editar el trabajo sobre Nietzsche y la RC, pues el filósofo alemán no solo fue el punto de partida, sino también el nexo de unión de los protagonistas de la RC.
Resulta, pues, que Nietzsche es el maestro de una generación rebelde, que sería filtrado por Spengler y Moeller van den Bruck, primero, y Jünger y Heidegger después. Nietzsche es la punta de un iceberg que rechazaba el viejo orden para sustituirlo por un nuevo renacimiento. Y los representantes generacionales de la Revolución Conservadora percibieron que podían encontrar en el filósofo germano a un “ancestro directo” para adaptar la revolución de la conciencia europea a su Kulturpessimismus. El origen de la imagen del mundo se encuentra en la obra de Nietzsche: se trata de la concepción esférica (no cíclica) de la historia, frente a la lineal del cristianismo, el liberalismo y el marxismo; se trata, en realidad, de un “eterno retorno”, una “(re)-volución” pues la historia no es una forma de progreso infinito e indefinido; también aquí aparece la idea del “interregno”: el viejo orden se hunde y el nuevo orden está a punto de hacerse visible; y en fin, la renovación religiosa de carácter anticristiano, a través de un “cristianismo germánico” liberado de sus formas originales o de la resurrección de antiguas divinidades paganas indoeuropeas.
En mis inicios como aspirante a discípulo de AdB centré mis esfuerzos en sus críticas del igualitarismo, del individualismo y del universalismo, hasta dar con la clave de lo que es el fundamento de la particular evolución ideológica del maestro y de la escuela de pensamiento creada en torno a su figura: la crítica transversal del liberalismo, desde una perspectiva y con un método multidisciplinar (y, como corolario, la crítica de todas las ideologías totalitarias).
Moeller van den Bruck ya había señalado el camino: «la lucha contra la Ilustración que emprendemos será una lucha contra el liberalismo con todas sus implicaciones». El liberalismo era el principal enemigo. Por supuesto, esta declaración de guerra a los ideales de la Ilustración por parte de AdB tiene en Carl Schmitt a uno de sus máximos precursores, pues el autor alemán determinó profundamente su visión de la democracia parlamentaria y representativa, un común denominador a todos los miembros de la RC. También ofreció el concepto de lo político fundado en la dualidad amigo-enemigo para ofrecer una propuesta conflictual al combate cultural y metapolítico.
El propio AdB señalaba que el hilo conductor de su evolución era la crítica del liberalismo, lo que le permitió identificar como mitemas liberales (mitemas fundadores, constitutivos de la modernidad) temáticas tan variadas como la apología de la selección inspirada, a través del darwinismo social, en un modelo competitivo esencialmente económico; la ideología del trabajo, ineluctablemente unida a la concepción productivista de la vida; la axiomática del interés, por oposición al sistema tradicional del don; la exaltación de la tecnociencia, derivada del culto burgués al “cada vez más”; sin olvidar la metafísica de la subjetividad que, como había demostrado Heidegger, se vincula originariamente al individualismo cartesiano. He aquí donde descubrí la “conexión” esencial de su obra con las de sus admirados autores revolucionario-conservadores.
Al fin y al cabo, en las dos corrientes de pensamiento, Revolución Conservadora y Nueva Derecha, el eje central de la crítica al sistema occidental lo constituye la denuncia del cristianismo dogmático, igualitario y universalista, el individualismo, el liberalismo y las ideologías totalitarias, como el comunismo y el fascismo, como elementos niveladores, igualadores y desintegradores de una civilización europea, perdida y desarraigada, que busca, sin encontrarla, la salida al laberinto identitario. En fin, aquel movimiento espiritual de regeneración que, según Mohler, «trataba de desvanecer las ruinas del siglo XIX y crear un nuevo orden de vida», proporcionó a AdB las evidencias más convincentes para desarrollar los motivos centrales de su pensamiento. Ese “nuevo orden” no ha sido alcanzado, pero AdB nos ha mostrado el camino.
«¿Qué hacer?», se preguntaba Dominique Venner. Ante el dilema, AdB ha sido un auténtico “precursor”, porque más que situarse en una posición de exclusión (ni de derechas ni de izquierdas) o de extrañamiento (más allá de la derecha o la izquierda), lo que ha hecho es adoptar un enfoque inclusivo (de derecha y de izquierda) y ensayar posibles fórmulas conciliatorias: ideas de izquierda y valores de derecha. El valor añadido y el mérito principal de AdB, quizás no hayan sido tanto la extrema originalidad o el desarrollo de novedosos hallazgos como la voluntad de síntesis, la capacidad de ensamblaje en un sistema coherente, la ambición de proponer una visión global de nuestro mundo contemporáneo, con un espíritu casi enciclopédico lleno de genialidad y, sobre todo, de buena fe. En resumen: la disidencia perfecta.
En fin, y ya desde un punto de vista personal, con Alain de Benoist he descubierto los tres temas que todavía guían mis lecturas y mis inquietudes: los autores de la Revolución Conservadora, la crítica del liberalismo y el mundo de los indoeuropeos, a los que, en este momento de mi vida, dedico mis esfuerzos para ofrecer en España una visión de los mismos fuera de las obras “políticamente correctas” publicadas hasta la fecha, y que, a decir verdad, me proporcionan un estímulo y una satisfacción personal allí donde los otros temas más contemporáneos solo me transmiten preocupaciones vitales e intelectuales que soy incapaz de abordar y resolver, aunque, con la ayuda de AdB todo resulte mucho más sencillo. Cuando mis amigos y familiares me preguntan “¿por qué tanto esfuerzo y tanto tiempo invertido en leer y traducir a Alain de Benoist?”, yo les contesto: “Tendría que vivir diez vidas para devolverle todo lo que le debo”.