Mis preocupaciones sobre el futuro de la civilización occidental no se limitaban a las causas históricas del declive. La razón del auge contemporáneo del nacionalismo en los países occidentales ha sido la inmigración masiva desde los países del tercer mundo hacia Occidente, y también me ha movido la constatación de que tales decisiones políticas serían absolutamente destructivas para la civilización occidental por numerosas razones sociobiológicas.
Además, no se trata simplemente de errores por parte de servidores públicos benévolos, más bien se trata de actos deliberados, motivados por ideologías de izquierda que están totalmente en contra de los principios de la ley natural, la justicia y el orden natural jerárquico.
El resumen de mis conclusiones es que las civilizaciones europeas han desarrollado culturas y sistemas de derecho únicos, y que, para ser preservados, requieren: un retorno a los órdenes naturales sin estado del pasado; un respeto por la importancia de la homogeneidad étnica y cultural para producir sociedades de alta confianza; y la poderosa tecnología cultural personalista del cristianismo. Todas las alternativas son sistemas de desorden que, según sostengo, no han beneficiado ni pueden beneficiar a Occidente como civilización.
Espero que este libro contribuya a inspirar movimientos restauradores y secesionistas, y la formación de comunidades autónomas en todo Occidente (…) El público al que deseo inspirar con este objetivo está perfectamente identificado por el profesor Hans-Hermann Hoppe: Las parejas cristianas blancas casadas y con hijos, en particular si pertenecen también a la clase de los contribuyentes.