Sugerir que los cautivantes eventos de la Alemania del siglo X fueron complejos y tumultuosos sería un eufemismo. Luego de la muerte del emperador Carlomagno, en 814, el Sacro Imperio Romano se había roto y una sucesión completa de monarcas europeos —comenzando con Luis el Piadoso (778-840)— mostró una marcada incapacidad para cumplir con las rigurosas exigencias del legado imperial. En el momento oportuno, sin embargo, una nueva dinastía se presentó en el Reino Alemán de Sajonia y cambió para siempre el rostro de la política europea. Comenzó con Enrique el Pajarero (876-936), un rey que pasó gran parte de su reinado intentando sofocar las hordas eslavas y magiares que se levantaban en el Este, una tarea que más tarde fue completada por su hijo, Otto el Grande (912-973). Este último, un líder más formidable y ambicioso, se sobrepuso a una serie de rebeliones aristocráticas dentro de sus propias fronteras, antes de emprender una campaña exitosa en Italia, para finalmente convertirse en emperador. Como resultado de su enfoque inflexible hacia el Papado Católico y el empleo de algo de diplomacia bastante astuta en relación con el Imperio Bizantino, Otto pasó a convertirse en una de las figuras más importantes en la historia alemana. Bien organizado y empleando una amplia variedad de fuentes primarias y secundarias, este apasionado y vigorizante relato examina algunos de los más fascinantes e intrigantes aspectos de la Alemania Otoniana y es una adición valiosa dentro del campo de la historia europea medieval.
Troy Southgate